Un grano de trigo by Ngugi wa Thiong’o

Un grano de trigo by Ngugi wa Thiong’o

autor:Ngugi wa Thiong’o [Thiong’o, Ngugi wa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1967-01-01T05:00:00+00:00


8

Gikonyo nunca pudo recordar con detalle sus experiencias en los días que siguieron a su vuelta a casa. Todo era como un sueño brumoso y encontraba difícil relatar a Mugo con exactitud lo que de verdad había ocurrido. De nuevo titubeaba en busca de palabras y de vez en cuando levantaba los brazos en el aire con desesperación.

—En cualquier caso, supongo que me volví loco. Supongo que no hay nada tan doloroso como descubrir que un amigo, o un hombre del que siempre te habías fiado, te ha traicionado. De todos modos, cuando me desperté más tarde estaba en la cama tapado con una manta. La lámpara de petróleo, como esta de aquí, ardía débilmente, como una cosa enferma, ¿sabes cómo te digo? Incluso el olor te hacía pensar en una escena de hospital. Mi madre estaba sentada al borde de la cama; Mumbi de pie un poco más lejos. No podía ver su cara con claridad, pero me pareció que había llorado. Durante un momento, solo un instante, algo se movió en mi corazón. Mumbi, la mujer que yo conocía, no podía haber admitido a Karanja en su lecho. Era tal y como yo la había dejado. Pero entonces vi al niño y supe que lo que me parecía imposible había ocurrido. Me empezaron a castañetear los dientes y me entró un escalofrío como si hubiera cogido una gripe o una fiebre, la malaria. Y sin embargo supe que había perdido todo deseo de matarla. Entonces tomé una decisión: jamás hablaría del niño. Continuaría con mi vida como si nada hubiera ocurrido. Pero jamás entraría en la cama de Mumbi. ¿Qué otra cosa me quedaba salvo entregarme al trabajo, al trabajo duro?

Gikonyo buscaba la expresión de Mugo. No podía discernir nada. El silencio le hacía sentirse incómodo. Parecía como si todo fuera la repetición de una escena familiar.

—Sí. Me entregué en cuerpo y alma al trabajo —dijo de nuevo.

Y otra vez, Mugo permaneció en silencio. Gikonyo se sintió vagamente decepcionado. Se había quitado un peso de encima. Pero otro tipo de culpa le estaba poseyendo. Se había desnudado frente a Mugo, se había despojado de todos sus secretos. Mugo debía de estar juzgándole. Gikonyo sintió la incomodidad de un hombre frente a un clérigo puritano. Y quiso irse corriendo, huir de Mugo y gritar su vergüenza en la oscuridad.

—Debo irme —dijo poniéndose en pie.

Salió a la noche. Los latidos de su corazón le asustaron. Tenía miedo de enfrentarse a Mumbi, de que los pasos en el cemento no le dejaran dormir. La oscuridad le presionaba por todas partes mientras iba hacia una casa que no era un hogar. La pureza de Mugo, la infidelidad de Mumbi, todo había conspirado para minar su hombría, su fe en sí mismo y para acentuar su vergüenza por haber sido el primero que confesó el juramento en el campo de Yala.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.